viernes, 6 de marzo de 2015

¡Noticia bomba, hoy tampoco cerramos la librería!

La librera y el tarambana tampoco van a cerrar hoy la librería. Esto es una noticia bomba: siguen con la librería abierta. Todavía.

Hoy no les ha tocado, pero las balas pasan muy cerca, rozándoles la ropa.

En España se cierran dos librerías al día. Dos cada día. Así que es un milagro que Librería Fuenfría siga abierta. 



La verdad es que, para ser exactos, cada día se cierran 2,5 librerías. O sea que hay muchos días que les toca liquidar el negocio a tres libreros. Otros días sólo dos ponen el cartel de "CERRADO POR DERRIBO". Por acoso y derribo, para decirlo todo.

O será por tarambanas.

Ya sólo quedan funcionando en toda España 3.650 librerías. 

También se abren librerías, cómo no, pero la relación es de 4 a 1: se cerraron 912 y se abrieron 226.

Ha empezado la cuenta atrás. 

Hablamos, claro está, de librerías, no de supermercados que venden libros o grandes cadenas. 

Una librería tiene que contar con un librero o una librera, por tarambanas que sean, es decir alguien que todavía sepa la diferencia entre Miguel y José Hernández, entre Perito en lunas y Martín Fierro.

Una librería, por pequeña que sea, proporciona servicios de primera necesidad: cotilleo y maledicencia, información cultural y meteorológica, conocimiento del lector al que el librero advierte de la aparición de novedades que podrían interesarle o disuade de dejarse engañar con el último tocomocho promovido por los departamentos de marketing, campeonatos clandestinos de ajedrez, tertulias y devaneos, degustación de espirituosos en la trastienda, asesoría bibliográfica, etc. 

Hay una librería por cada 12.500 habitantes. 

Hoy. Mañana ya habrá dos menos. O tres, según toque. 

O sea que cada tarambana tiene a su cargo el bienestar lector de una cantidad enorme de personas. Menudo trabajo. 

Todos los periódicos han dado la noticia, por ejemplo El País, donde unos tipos aturdidos o desnortados analizan las causas y se refieren a cosas tan peregrinas como: "la irrupción de lo tecnológico y de nuevos operadores globales y virtuales" o la falta de "mejores campañas de márketing y actividades dinamizadoras" por parte de los libreros.

Va a ser eso: la falta de dinamizadoras.

Pa'  mear y no echar gota. Con análisis tan superferolíticos, ¿quién necesita al tonto del pueblo?

En El País, sin embargo, ni siquiera mencionan un dato que a los analistas quizá les parezca insignificante, puesto que para eso tienen capacidad de análisis, ¿no? 

¿Para qué prestar atención a lo evidente pudiendo hablar de rimbombancias como los Nuevos Operadores Globales y Virtuales?

Por ejemplo: nuestro Gobierno apoya a las librerías. Yes. Cómo no. ¿Con cuánto dinero? 150.000 euros anuales. 

¿Cuál es en cambio la cantidad que dedica Francia a apoyar a las librerías? 4 millones de euros. 


Caramba con los analistas.

¿Cuánto cuesta, pongamos, la ceremonia de entrega del premio Cervantes? 

Cualquier que vaya a Francia notará a simple vista la diferencia con España.

La culpa sin embargo debe de ser de los Nuevos Operadores Enmascarados, ¿verdad?  ¿O quizá la falta de dinamizadoras?

El presupuesto es lo único que permite conocer los propósitos de un Gobierno y lo que hay detrás de esa calderilla para las librerías no es más que una decidida voluntad de erradicar la cultura. ¿Principios? No, a mí cuénteme sus presupuestos, que ya leeré en ellos sus principios.

¿Cuánta ayuda recibe el sector automovilístico, la FAES o los bancos?

Esta derelicción de la cultura se completa con el escamoteo que pretende sustituir la cultura por el espectáculo cultural. 

¿Qué es cultura?

Nos quieren convencer de que la cultura es ARCO, los premios Cervantes, Vargas Llosa, repeinado y en camisón, subiendo a un escenario, la alfombra roja de los Goya, la selección nacional de baloncesto o los tres tenores. 

Pero los tarambanas afirman que la cultura son sobre todo las librerías, las bibliotecas públicas y escolares, las tertulias en todos los pueblos, los clubs de lectura, la proyección de películas gratuitas en las plazas, las clases para mayores, las escuelas de música para todos..,  La cultura no son las cimas, sino los extensos valles en los que vivimos la mayoría. 

El rey va a la entrega de los premios Cervantes, pero ¿alguien le ha visto sacar un libro de una biblioteca pública? ¿Leerlo quizá? ¿Comentarlo alguna vez? ¿Inaugurar un club de lectura municipal en un pequeño pueblo asturiano?

150.000 euros es una declaración de intenciones contundente, lapidaria como cualquier pedrada. 

No sólo aclara por qué cierran las librerías, sino algo mucho más grave: cuál es nuestra política cultural. 

¿Bibliotecas al alcance de todos o premios entregados por el rey?

Hay que elegir.



 O calavera o culo.



¿Faltan dinamizadoras?

Sólo los tarambanas eligen la cultura del lado de la vida. 

Se sustituye la cultura por  el espectáculo, por un simulacro, para tener así las manos libres y completar la tarea que se han propuesto: destruir la cultura, arrumbarla en un contenedor de basura.

¿Quién la necesita, teniendo internet, fútbol y premios Cervantes?

Debió de ser Ronald Reagan el que enunció aquel famoso principio: ningún americano decente necesita algo que no vendan en un Seven Eleven

Ningún español decente necesita algo que no pueda comprar en unos grandes almacenes. O que no salga por la tele. O que no recomienden los suplementos literarios. 

El que no se conforma con la quinta temporada de una serie, la Champions, un macroconcierto y una gigantesca exposición de pintura con banderas en el museo en las que aparezca la firma del pintor no es de fiar.

El que necesita algo que sólo encuentra en una librería no debe de ser muy decente. Algo habrá hecho. 

¿Podrán la librera y el tarambana abrir mañana? 

Crucemos los dedos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario