martes, 10 de septiembre de 2013

El jueves, tertulia en Peña Pintada

Los jueves, milagro y tertulia.

Es costumbre que, cuando viene un autor invitado a la tertulia, le pidamos consejo sobre nuestra siguiente lectura.

Luis Mateo Díez no titubeó: "Deberíais leer el libro de Juanín", dijo de inmediato.

Pues dicho y hecho, maestro, el jueves 12 de septiembre nos reuniremos a comentar Un amigo en la ciudad, de Juan Aparicio Belmonte.

El regalo es que el autor vendrá a la tertulia: un amigo en Cercedilla.

Es un regalo porque Juan es una de las personas más divertidas y con más afición a discutir (con razón o sin ella) que conoce el librero tarambana.

Juan Aparicio Belmonte


El librero tarambana conoció a Juan hace muchos años, en un viaje en autocar a la Semana Negra de Gijón, en compañía de Ana Merino. O eso cree recordar. Llegaron los tres afónicos y con agujetas de tanto reírse a mandíbula batiente. Luego siguieron viéndose con asiduidad, porque el librero disfruta del humor ácido y lúcido de Juan y agradece su amistad. Ambos comparten muchos principios fundamentales (evitar en cualquier acto hablar antes del amigo Lorenzo Silva, para no ser eclipsados; pedir algo de picar siempre; no cambiar el tono de voz par dirigirse a los niños; mirar sin disimulo a las mujeres; no contar chistes, etc.), pero Juan tiene además una envidiable capacidad para ver el lado ridículo de lo que todos aceptamos sin oponer resistencia, una mirada flaubertiana, diríamos si quisiéramos ponernos estupendos.

Para asombrarse, no hay más que seguirle en twitter, @superantipatico.

Las novelas de Juan siempre son comedias y, en opinión del librero, Un amigo en la ciudad es la que le ha salido más redonda. Comedia, sí, pero con trastienda.

En realidad la novela trata de algo simple de enunciar, pero muy difícil de construir a través de una narración: la perplejidad ante el curso normal de los acontecimientos.

Como muchos de sus protagonistas. Andrés está perplejo ante lo que todos damos por sabido, y se subleva contra la vida cotidiana. Una insurrección tan inevitable como destinada al fracaso.

Siempre me hizo gracia la perplejidad de Juan al publicar su primera novela, que no sabía cómo firmar. Juan Aparicio aún suena (a quienes tenemos cierta edad) a escritor fascista. Juan Belmonte, a matador de toros. ¿Y Juan Aparicio Belmonte? Pues me temo que a ganador de Juegos Florales o del concurso de relatos de una población rural con un concejal de cultura emprendedor. ¿Qué hacer? ¿Inventarse un seudónimo? ¿No es acaso una excentricidad imperdonable publicar con seudónimo? Me consta que Juan se devanó los sesos durante semanas, hasta que decidió aceptar su nombre y dos apellidos, que ahora ha convertido ya en nombre de excelente novelista.



Vente el jueves a charlar con Juan de su novela y de todo lo demás.

Por cierto, nuestro menú inglés se ha agotado, ya estamos preparando otro.

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