miércoles, 7 de agosto de 2013

¿Se puede salir sin mojarse?

Ya hemos abierto la nueva Librería Fuenfría, puedes venir cuando quieras, te esperamos en Cercedilla, en la Avenida de Guadarrama 9, al lado de la plaza, enfrente del bar La Barrica.

Allí nos encontrarás a todos: a los libreros de siempre, Eduardo Gómez de Enterría y Ana Beny, y a los nuevos libreros, Violeta y Rafael.




Aquí están un librero y dos libreras planificando una estrategia de ventas en la sala de reuniones.

Cuánto trabajo, que cantidad de hojas de cálculo, cuántos diagramas de Gantt.

Aquí está una librera limpiando el nuevo escaparate:





Sí, la nueva librería también se llama Fuenfría.

¿Que por qué se llama Fuenfría?

En primer lugar, porque la librería de Cercedilla siempre se ha llamado Fuenfría.

Y además porque nos gusta. Y porque nos divierte (como decía la canción).

Toda la poesía popular está llena de fontes fridas (en España) y fontanas frías (en Portugal).

A veces, en el pueblo, cuando no estamos atareados en sentir verdadera devoción por Faulkner, para entretenernos recitamos el romance de Fontefrida:

Fontefrida, Fontefrida,
Fontefrida y con amor,
do todas las avecicas
van tomar consolación,
si no es la tortolica
que está viuda y con dolor.
Por ahí fuera pasar
el traidor del ruiseñor,
las palabras que él decía
llenas son de traición:
-Si tú quisieses, señora,
yo sería tu servidor.
-Vete de ahí, enemigo,
malo, falso, engañador,
que ni poso en ramo verde
ni en prado que tenga flor,
que si hallo el agua clara,
turbia la bebía yo;
que no quiero haber marido,
por que hijos no haya, no,
no quiero placer con ellos,
ni menos consolación.
Déjame, triste enemigo,
malo, falso, mal traidor,
que no quiero ser tu amiga
ni casar contigo, no.

Qué espléndido romance, ¿verdad? Como explica Eugenio Asensio en un famoso articulo, Fontefrida es el punto de encuentro entre el romance y la canción de Mayo.

El romance "fue una forma imperialista", decía Asensio (con el lenguaje de la época: hoy quizá diríamos transversal o alguna otra sandez). En otras palabras, desbordó sus límites y colonizó otros géneros (algo parecido a lo que hoy podríamos decir de la novela policíaca).

Conocíamos los libreros (por Menéndez Pidal) el hilo que une a los romances heroicos con las gestas, pero la pregunta que se hace y nos hace Asensio es: "¿de dónde han recibido su impregnación lírica, la tonalidad emotiva que los marca a todos y principalmente a los novelescos?"

De la lírica popular, de la canciones de Mayo.

Dice Asensio: "Me imagino al romance (...) atraído por dos tentaciones: la de explotar la vida simbólica y moral, los recursos retóricos de la cultura clerical; y la de asimilar la simple estrategia de la lírica popular".

Lo de simple, imagina el librero, es una broma de don Eugenio Asensio, pero en esa encrucijada se encuentra todo género y todo autor... y hay que lamentar que, hoy en día, se cede a menudo a cualquiera de las dos tentaciones. A la de la cultura clerical (de nuestra época), por un lado. Así. Javier Marías es cultura clerical. A la de la popularidad (mucho más que a la de lo popular), por otro lado.  Así Pérez Reverte en cambio es simplemente novela de kiosco.

Podríamos decir que Juan Marsé, por ejemplo, se sitúa en esa intersección, en la cuerda floja en la que hace equilibrios Fontefrida: Marsé cede (lo menos posible) a la tentación clerical de su época (behaviorismo, compromiso, etc.), pero también se apropia de las (¿simples?) estrategias narrativas del cine popular, del serial radiofónico y hasta de la fotonovela.

El librero le tomó esta foto con el movil a Marsé, una vez que tuvo la suerte de comer con él.




Los elementos del romance de Fontefrida son bien conocidos.

En primer lugar, la tórtola, procedente de bestiarios medievales y predicaciones como emblema de casta viudez, ya que, si muere su pareja, jamás vuelve a unirse con nadie. O eso dicen. En toda la literatura medieval se oye, como una ráfaga de viento, el fastidioso, inacabable gemido de la casta tórtola, que no se posa jamás en una rama verde. Al contrario, la muy tozuda siempre aterriza en una rama seca o incluso sobre ramas cortadas. El romance añade a la imagen clerical un elemento popular: el prado florido, del que también huye la tórtola, no faltaba más, empeñada en rechazar el placer.




¿Y el agua turbia? ¿Por qué narices la tórtola, la gemebunda tórtola fastidiosa, ensucia el agua antes de beberla, bien echando arena con el pico, bien manchándola con las patas y un aleteo furioso?

Es por supuesto otra (insistente) muestra de su rechazo del placer, pero suele explicarse como rechazo del reflejo. El agua clara le ofrecería un espejo en el que se vería sola, sin su compañero, y entonces apaga y vámonos: se pondría a gemir sin consuelo hasta el Día del Juicio Final (por la tarde).

Los elementos clericales y los populares dan tensión al poema, porque se enfrentan entre sí, igual que la casta tórtola gemebunda irrumpe como ave de mal agüero en la fonte frida del amor y de la exaltación del placer.

El segundo elemento es el ruiseñor, que representa siempre al seductor (a menudo falso y sin escrúpulos, seamos sinceros, a menudo falso, malo, engañador; pero qué más da, ¿no? Miénteme, dime que me quieres). El ruiseñor no podía faltar en fonte frida de las paganas y populares fiestas de Mayo.

El tercer elemento es la fuente fría que, a lo largo de la Edad Media, se convierte, como explica Asensio, en "un símbolo cargado de intrincadas sugerencias". En la fuente están sumergidas la sexualidad, la renovación y la fecundidad, como era patente en las fiestas de Mayo, y recogen otros topoi literarios como el del "baño de amor".

Las mayas, las fiestas de primavera, eran ritos paganos y dizque orgiásticos (aunque en estas cosas siempre se exagera mucho, ¿no?), sobre los que la Iglesia (como es habitual), edificó la Pascua Florida.

No sin ironía concluye Asensio: "con lo que no sabemos si se cristianizaban las mayas o se paganizaba la resurrección de Cristo".

A pesar de las prohibiciones, la opción B (paganizar la resurrección) siempre pervivió (hasta las fiestas de la Primavera de la universidad Autónoma, que nunca se perdió este librero). Trae a colación Asensio, para probar esta pervivencia, una hermosa escena de la Crónica de 1344, cuando el rey don Sancho lleva preso y "puesto en fierros" al rey don García:

Dize el cuento que cuando el rrey don García que fue preso e puesto en fierros, levólo el rrey don Ssancho consigo. E partieron de Santarén e llegaron a Coynbra. E partieron de Coynbra e partieron un día de mayo. E yendo por a par de la fuente del agua de mayas, donde toman las moças el agua, e nembróssele a los cavalleros que era primero día de mayo e començaron a yr cantando las mayas. E el rrey don García en que los oýa iba llorando. 

Da para un romance, ¿verdad? Estos caballeros castellanos (quizá fuera entre ellos el Cid, apunta Asensio) que llevan aherrojado a don García, al que las lágrimas le nublan los ojos cuando oye cantar las mayas, al pasar junto a la fonte frida o Fuenfría.

Los bailes de mayo son un lugar común en la poesía, y los libreros siempre recordamos el Poema de Alexandre:

Andan moças e viejas cobiertas en amores,
van coger por la siesta a los prados las flores,
dizen unas a otras: "¡Bonos son los amores!".
Y aquellos plus tiernos tiénense por mejores.

Se podría hablar de la fuente y convertirla en un pozo sin fondo, donde se chapuzan hasta los arquetipos de Jung, pero dejémoslo aquí. Quedémonos en lo que Asensio llama "el momento poético".


El momento en que un símbolo conservando algo de su aureola mítica se muda en objeto estético, es particularmente favorable a la poesía. A la riqueza de connotaciones imaginativas corresponde la fuerza de vibración emocional. Tal ocurría en el siglo XV con el motivo de la fonte frida, cargado a la vez de sugestiones religiosas y de gracia poética.

Por eso la librería se llama Fuenfría.

También para seguir con la tradición y, sobre todo, por no calentarnos mucho la cabeza.

Este librero recuerda también algunos poemas populares tradicionales (recogidos por Margit Frenk Alatorre) que siempre se recita en voz baja en esos intervalos de estupor solitario:

A mi puerta nace una fonte:
¿por dó saliré que no me moje?
A mi puerta la garrida
nace una fonte frida,
donde lavo mi camisa
y la de aquel que yo más quería.
¿Por dó saliré que no me moje?

En imposible salir sin mojarse de la Librería Fuenfría, te lo advierto, a veces no hay más remedio que meterse en un charco de la fuente fría que nos cierra el paso.

Igual sales con la Lírica española de tipo popular, edición de Margit Frenk Alatorre, y te la llevas bajo el brazo, como un termómetro puesto, bien envuelta por la librera, para desempaquetarla en casa y abrir el libro como si te miraras al espejo.

Enviárame mi madre
por agua a la fonte frida:
vengo del amor ferida.

Ven a vernos a la Librería Fuenfría... ¡ya verás cómo vuelves luego a casa! ¡Menuda mojadura!

5 comentarios:

  1. Que bien! Que bien! Que bien!!

    Yo estoy en Los Molinos pero seguro que me acerco por alli.

    Mucha suerte

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  2. Muchas gracias, aquí te esperamos cuando quieras, con los brazos abiertos.

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  3. Mucho ánimo y suerte en este estupendo proyecto, que va a salir genial! En breve iremos a veros y, por supuesto, a sair mojados!!! Un abrazo fuerte. Rafa Escudero.

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  4. Los astros están a favor de la librería y os haréis ricossssss jjjajsjaja. Y yo que me alegro, biennn por esa librería que por cierto, mi padre hizo la guerra en el bando republicano y anduvo a caballo por esos lares. Mi enhorabuena. BESOS.

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  5. Gracias Rafa, gracias Loli. A ver si os animáis.

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